Este es un reportaje que adentra en un tema del que es muy difícil tomar distancia, aún cuando la pretendida objetividad que reclama el periodismo deba seguir presente. Cuando va a hablarse de los años de la dictadura y sus consecuencias, sus víctimas y sus victimarios, sus secuelas y la memoria... Es en especial aquí, cuando el periodista debe colocarse los lentes neutros, y armar el reportaje lo más imparcialmente posible.
viernes, 23 de abril de 2010
jueves, 15 de abril de 2010
Práctica 15 de abril
1. Salman Rushdie
“No hay por qué elegir entre ser realista o visionario”
Salman Rushdie se declara un mero contador de historias: “todo lo demás da igual”
Veinte años atrás, el escritor angloindio Salman Rushdie fue sentenciado a muerte por el gobierno iraní. Aún hoy asegura que los Versos Satánicos de los que se hablaba, la novela que lo condujo a la fatua, era una obra que “simplemente no existía”. Rushdie siente que al fin ha recuperado su novela, pero sigue sin comprender la reacción anormal que despertó su libro. Admite que la frontera entre la realidad y la imaginación no es algo fijo, y que el realismo no es más que una convención; considera que “la ciencia ficción es el vehículo perfecto para la novela de ideas”. Pero, ¿acaso es un vehículo demasiado caro?
2. Nadia
Condenada por tener familia
Nadia ya no es imputable
La niña rumana que domina la pequeña delincuencia de Madrid cumplió 14 años. Esto significa que se le puede aplicar la Ley Penal del Menor. Hasta ahora, a pesar de estar en situación de riesgo y marginación, Nadia desfiló por el Centro de Acogida de Madrid sin que pudieran retenerla. Como tiene padres, no se la considera desamparada, por lo que los planes de reinserción social quedan prohibidos para ella. Y para tantos otros chicos en igual situación. Nadia ha sido detenida 120 veces en un año, y ha tenido cientos de víctimas, usuarios de los cajeros automáticos. Aunque es preciso preguntarse quién es la verdadera víctima.
3. Rosario
“Al final, lo de toda la vida es lo mejor: guitarra, percusión y poco más”
Dice que le costó bastante pasar de Rosariyo, a Rosario Flores, la artista. Pero aquí está.
De la “energía bruta” de la madre, y la “elegancia” del padre, nació esta gitana que canta boleros y que reverencia el arte. A los 14 años ya sabía que lo suyo no era la “prensa de corazones”, aún siendo consciente de que “los discos no dan para comer, ni entonces, ni mucho menos ahora”. Luego de haber quedado en topless en la rígida Habana, y de haber perdido la guitarra de Caetano Veloso en Brasil, Rosario todavía prefiere América porque la tratan “como a alguien importante”. Y no es que acá no lo sea.
“No hay por qué elegir entre ser realista o visionario”
Salman Rushdie se declara un mero contador de historias: “todo lo demás da igual”
Veinte años atrás, el escritor angloindio Salman Rushdie fue sentenciado a muerte por el gobierno iraní. Aún hoy asegura que los Versos Satánicos de los que se hablaba, la novela que lo condujo a la fatua, era una obra que “simplemente no existía”. Rushdie siente que al fin ha recuperado su novela, pero sigue sin comprender la reacción anormal que despertó su libro. Admite que la frontera entre la realidad y la imaginación no es algo fijo, y que el realismo no es más que una convención; considera que “la ciencia ficción es el vehículo perfecto para la novela de ideas”. Pero, ¿acaso es un vehículo demasiado caro?
2. Nadia
Condenada por tener familia
Nadia ya no es imputable
La niña rumana que domina la pequeña delincuencia de Madrid cumplió 14 años. Esto significa que se le puede aplicar la Ley Penal del Menor. Hasta ahora, a pesar de estar en situación de riesgo y marginación, Nadia desfiló por el Centro de Acogida de Madrid sin que pudieran retenerla. Como tiene padres, no se la considera desamparada, por lo que los planes de reinserción social quedan prohibidos para ella. Y para tantos otros chicos en igual situación. Nadia ha sido detenida 120 veces en un año, y ha tenido cientos de víctimas, usuarios de los cajeros automáticos. Aunque es preciso preguntarse quién es la verdadera víctima.
3. Rosario
“Al final, lo de toda la vida es lo mejor: guitarra, percusión y poco más”
Dice que le costó bastante pasar de Rosariyo, a Rosario Flores, la artista. Pero aquí está.
De la “energía bruta” de la madre, y la “elegancia” del padre, nació esta gitana que canta boleros y que reverencia el arte. A los 14 años ya sabía que lo suyo no era la “prensa de corazones”, aún siendo consciente de que “los discos no dan para comer, ni entonces, ni mucho menos ahora”. Luego de haber quedado en topless en la rígida Habana, y de haber perdido la guitarra de Caetano Veloso en Brasil, Rosario todavía prefiere América porque la tratan “como a alguien importante”. Y no es que acá no lo sea.
miércoles, 14 de abril de 2010
Entrevista de la semana
Cristina Galindo (El País de Madrid) encontró en Andrezej Wajda un eslabón de la historia de Rusia. Si resultara cierto que la película que dirigió este cineasta de 84 años (Katyn, 2007) es vital para la reconciliación entre Rusia y Polonia. En el marco de la muerte del presidente polaco, como de otros altos cargos de ese país, esta entrevista se traduce en un acercamiento a la historia de ambos ambos países involucrados y de relaciones que datan desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
La estructura simple título-copete-pregunta-respuesta la hace pulcra y llevadera. A su vez, es un ejemplo de cómo, a través de la cultura (del cine, en este caso), el periodisno puede acercarnos a los temas que de otra forma veríamos lejanos.
Fuente de la imagen: http://www.elpais.com
martes, 13 de abril de 2010
Una historia
Flores que matan
Ramona prepara la cena para dos de sus hijos. Uno tiene ocho, el otro seis. Al tercero le da el pecho mientras mira por el ventanal que da al corredor de afuera. La oscuridad del campo es inescrutable. Ramona no cree en las “luces malas”, por eso sale al encuentro de un resplandor amarillento que se acerca por el camino. El hombre que sostiene el farol amarra el caballo en la portera. Está transpirando y pálido. Desprende un aliento a alcohol tal, que Ramona retrocede.
-Le mataron al esposo, doña- anuncia, conteniendo un hipo.
Bernardino había besado la frente de su último hijo, Alcindo. Luego encaminó otra vez al medio bar, medio pulpería. Quedaba tan sólo seis hectáreas más allá. El facón calzó en su estuche a la perfección. En él quedaban los restos del olor a asado de ese mediodía.
Era noche de truco. Bernardino ya había perdido unos cuantos pesos, y un caballo viejo, pero había ganado el facón que llevaba atado a la cintura. Se sentó en la mesa redonda, donde otros tres amigos lo esperaban. Uno de ellos repetía las señas del cinco y el cuatro de la muestra sin cesar, al mismo tiempo que le explicaba al que tenía a la derecha que en el truco porteño era al revés.
El olor a vino tinto se mezclaba con el tabaco de buena calidad, y el güisqui pésimo. El bullicio era de copas y vasos, de gritos de euforia o de frustración. Otras mesas ya habían iniciado el juego.
Comenzó la partida. Y veinte minutos después (ya había perdido la cuenta de cuántas manos llevaban jugadas), Bernardino cantaba “flor”. Él y su colega vencieron esa mano.
-La primera en casa…- rió éste último.
Pero el contrario levantó una ceja. Y apartó la dama Juana a un costado.
-No mostró la flor- acusó a Bernardino con el dedo índice.
Bernardino recuperó del mazo unas tres cartas y mostró brevemente su flor que no era una flor, y comenzaron los insultos cargados de vino tinto, y los manotazos con manos sucias de cigarrillo, y las sillas cayéndose unas sobre las otras, y Bernardino que atina a desfondar el facón demasiado tarde, porque le habían metido una bala en el pecho y ya no respiraba ni volvería a hacerlo.
La tapera del bar-pulpería sigue alló, 79 años después, a seis hectáreas del campo donde Alcindo pasa los fines de semana son su esposa, hijos y nietos. Cada vez que va, da un vistazo a la tapera donde mataron a su padre, según le contaron años después del beso en la frente.
Ramona prepara la cena para dos de sus hijos. Uno tiene ocho, el otro seis. Al tercero le da el pecho mientras mira por el ventanal que da al corredor de afuera. La oscuridad del campo es inescrutable. Ramona no cree en las “luces malas”, por eso sale al encuentro de un resplandor amarillento que se acerca por el camino. El hombre que sostiene el farol amarra el caballo en la portera. Está transpirando y pálido. Desprende un aliento a alcohol tal, que Ramona retrocede.
-Le mataron al esposo, doña- anuncia, conteniendo un hipo.
Bernardino había besado la frente de su último hijo, Alcindo. Luego encaminó otra vez al medio bar, medio pulpería. Quedaba tan sólo seis hectáreas más allá. El facón calzó en su estuche a la perfección. En él quedaban los restos del olor a asado de ese mediodía.
Era noche de truco. Bernardino ya había perdido unos cuantos pesos, y un caballo viejo, pero había ganado el facón que llevaba atado a la cintura. Se sentó en la mesa redonda, donde otros tres amigos lo esperaban. Uno de ellos repetía las señas del cinco y el cuatro de la muestra sin cesar, al mismo tiempo que le explicaba al que tenía a la derecha que en el truco porteño era al revés.
El olor a vino tinto se mezclaba con el tabaco de buena calidad, y el güisqui pésimo. El bullicio era de copas y vasos, de gritos de euforia o de frustración. Otras mesas ya habían iniciado el juego.
Comenzó la partida. Y veinte minutos después (ya había perdido la cuenta de cuántas manos llevaban jugadas), Bernardino cantaba “flor”. Él y su colega vencieron esa mano.
-La primera en casa…- rió éste último.
Pero el contrario levantó una ceja. Y apartó la dama Juana a un costado.
-No mostró la flor- acusó a Bernardino con el dedo índice.
Bernardino recuperó del mazo unas tres cartas y mostró brevemente su flor que no era una flor, y comenzaron los insultos cargados de vino tinto, y los manotazos con manos sucias de cigarrillo, y las sillas cayéndose unas sobre las otras, y Bernardino que atina a desfondar el facón demasiado tarde, porque le habían metido una bala en el pecho y ya no respiraba ni volvería a hacerlo.
La tapera del bar-pulpería sigue alló, 79 años después, a seis hectáreas del campo donde Alcindo pasa los fines de semana son su esposa, hijos y nietos. Cada vez que va, da un vistazo a la tapera donde mataron a su padre, según le contaron años después del beso en la frente.
martes, 6 de abril de 2010
Práctica del 6 de abril
Pétalos en busca de su “estado clown”
Esta joven de 20 años quiere volver a tener tres
Descubrir tu ser en este mundo
Esta joven de 20 años quiere volver a tener tres
Florencia Bacelo estudia para ser payasa (clown). Lo hace para volver a ser una niña, que ama la risa y los aplausos, y que comparte su torpeza. Admite tener un “mini mundo mágico” que conforma su esencia. Pétalos, como se rebautiza cada vez que se pone el disfraz, busca el retorno a la inocencia, a la pureza del espíritu. Sabe que lo que más desea es devolver la alegría al mundo, pero le cuesta imaginar cómo será su futuro. Confiesa que suele olvidar que ya no lleva maquillaje, y que, aún así, se siente en ese “mundo mágico” que tanto la maravilla.
Descubrir tu ser en este mundo
Entrevista a un clown en Montevideo
Con 20 años y estudiando Ciencias de la Comunicación, Florencia, una joven nacida en Maldonado, encontró en Montevideo parte de lo que hoy describe como “gran parte de su esencia”. Sus ganas de vivir explotan a través de ese descubrimiento que, a continuación, nos cuenta.
Con 20 años y estudiando Ciencias de la Comunicación, Florencia, una joven nacida en Maldonado, encontró en Montevideo parte de lo que hoy describe como “gran parte de su esencia”. Sus ganas de vivir explotan a través de ese descubrimiento que, a continuación, nos cuenta.
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