La edad de la cirugía estética
Cada vez más jóvenes entran al block quirúrgico porque sus cuerpos no los convencen.
Cada vez más jóvenes entran al block quirúrgico porque sus cuerpos no los convencen.
Sin tetas no hay paraíso, afirma la canción de Catalina, la novela colombiana. La protagonista, una joven de 17 años, sueña con aumentarse el busto, condición insalvable para lograr fama en el exterior. Más allá del culebrón, la ficción no se aleja mucho de la realidad: tener el cuerpo soñado se ha vuelto más accesible, y los jóvenes están cada vez más dispuestos a pagar el precio. Un precio que trasciende las billeteras. ¿Qué tipo de sociedad acoge este tipo de cambios? ¿Qué clase de individuo es proclive a someterse a una cirugía estética?
Los orígenes
La cirugía plástica se divide en dos grandes ramas, la reconstructiva o reparadora (disimula y reconstruye los efectos de un accidente o trauma) y la estética (busca cambiar aquellas partes del cuerpo que no son satisfactorias para el paciente). Lo que varía, entonces, es la motivación de quien se opera. El doctor en Cirugía Plástica y presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica Reparadora y Estética del Uruguay (SCPU), Gonzalo Fossati, ilustra el segundo caso diciendo que, en definitiva, lo que quiere curarse es el “alma” del paciente. Cuando ésta se encuentra dolida porque la persona no está feliz con alguna parte de su cuerpo, lo que hace la cirugía estética es sanarla.
La cirugía plástica reconstructiva no era reconocida como campo en sí mismo hasta en seguida de la Primer Guerra Mundial, cuando la urgencia por reconstruir los cuerpos mutilados de los soldados impulsó importantes estudios sobre esta área. Sin embargo, no es hasta la segunda posguerra que la cirugía estética cobra gran importancia, creciendo a un ritmo vertiginoso.
Fossati afirma que, 30 años atrás, la cirugía estética era una “cirugía de élite”, ya que sólo se operaban las actrices, las modelos… Hoy en día la misma se ha democratizado, ya que casi cualquiera que se esfuerce por conseguir el dinero puede hacerlo.
Esta “popularización” de la cirugía estética se condice, además de con una reducción de los costos, con una transformación gradual de la sociedad. La famosa “cultura de masas” comienza a cobrarse sus primeras víctimas (¿?): los jóvenes.
¿Una cuestión de edad?
El número de jóvenes (mujeres y hombres) que se someten a una cirugía estética ha crecido significativamente, no sólo en el Uruguay sino en todo el mundo. Fossati cuestiona el hecho de que los menores se intervengan quirúrgicamente, aún con el consentimiento de los padres. “Es una cuestión de ética profesional”, más que legal. “En Argentina, estuvo de moda regalar las prótesis mamarias para los quince de las chicas, algo que terminó prohibiéndose”. Aun así, en casos muy particulares se accede realizarse una rinoplastia a las quinceañeras que se rehúsan a filmar “los exteriores” y sacarse las fotos con una nariz que las atormenta. Sin embargo, en estos casos se les advierte que la nariz seguirá desarrollándose, y que será muy probable que, en el largo plazo, esa cirugía no sirva de nada.
Los riesgos de una operación son riesgos de una operación, sea reconstructiva, estética, o de cualquier tipo. Aunque no son la mayoría de los casos, incluso la cirugía estética implica correr riesgo de vida. Fossati, por su parte, es partidario del uso de anestesia local -en vez de general- para este tipo de operaciones, para disminuir los riesgos.
En cuanto a otras consecuencias físicas de la cirugía estética, ésta no afecta los procedimientos para los estudios radiológicos. “En la placa, por ejemplo, se ven los implantes, pero no afecta en absoluto el procedimiento ni el resultado”, afirma el doctor en Radiología Sergio González. En el caso de las prótesis mamarias, tampoco afectan la lactancia.
La cirugía estética también ha dejado de ser una cuestión de género: si bien la amplia mayoría de los pacientes son mujeres, cada vez más hombres optan por esta práctica. “Vienen a la clínica en la noche, para que nadie los vea. Cuanto más oscuro, mejor”, revela Fossati, quien dice que lo que más suelen hacerse los hombres es la liposucción.
Pero, ¿por qué cada vez más jóvenes acceden a “pasar por el cuchillo”? ¿Qué gran razón hay detrás de toda elección, si es que la hay?
La razón sociológica
La sociedad moderna aparece como la gran responsable de esta tendencia actual. El sociólogo Juan José Meré cita al sociólogo francés David Le Breton sobre lo que significa el dualismo de la modernidad: el mismo “terminó por oponer el alma al cuerpo”; el cuerpo aparece como “‘separado’ de la persona, como un objeto posible de ser modelado, modificado, según la moda…” Y es que el cuerpo, afirma Meré, “además de ser un significante es un productor de significantes”. Como consecuencia, el cuerpo se usa para vender: existe un “uso social” del cuerpo, especialmente en América Latina, donde el cuerpo se “mercantiliza”: “uno invierte en su cuerpo, un bien tangible, que trae beneficios intangibles, es decir, todo lo simbólico”, señala el sociólogo.
Dentro de esta perspectiva, Meré encuentra interesante considerar la cirugía estética como “una más de las técnicas de cuidado del cuerpo”. Aunque no es la única, sí es la manera más radical, ya que “se lleva a un extremo el modelaje del cuerpo”.
Pero este modelaje no es algo que se haga al azar. Las personas siguen modelos, buscan acercarse a “imágenes referenciales”. El sociólogo francés Le Bourdieu habla de “ciertos modelos de cuerpo, legitimados, que estructuran la evaluación de la imagen corporal, según la posición de la persona en la sociedad (en la estructura social)”. Se imponen ciertos modelos de mujer y de hombre, a lo largo del proceso de socialización.
Al adoptarlos, la cirugía estética (y demás técnicas) se convierte en una forma de segmentación social, de diferenciación social. Y se encarga de profundizarla. Porque, se pregunta Meré, al reforzarse los prototipos, los modelos… ¿Qué pasa con aquellos que no pueden acceder? Aunque se buscan otros caminos, el cuerpo está siempre presente.
El sociólogo ve a la cirugía estética como algo conquistado contra la propia naturaleza del cuerpo, como una lucha: “Es interesante verlo no como un prototipo, estático, sino como algo dinámico”. Pero existen varias miradas al respecto, asegura, y reconoce que una mirada analítica permite ir más allá del juicio de valor.
Meré alega que, si se lee a través de una dinámica capitalista, la cirugía también tiene que ver con una “banalización” de los cuidados del cuerpo. “Hay una oferta construida, alrededor de la que se generan distintos campos de intereses”, advierte.
En consonancia con lo que afirmaba Fossati, el sociólogo destaca cómo se pliegan otros grupos sociales a este fenómeno: “Es importante ver cómo, entre las diferentes clases sociales, las razones profundas (para realizarse una cirugía) se comparten, si bien se tienen trayectorias diferentes, posturas distintas frente al trabajo, a la recreación…”
Lucía, 20 años, se colocó implantes mamarios a los 17 años, cuando aún estaba en el liceo. ¿La razón? La misma que la de Martín, 25 años. Ninguno de los dos estaba conforme con una parte de su cuerpo (a Martín no le gustaba su nariz), tenían la plata para operarse, y se operaron. Y se volverían a operar.
La mirada psicológica
Una mirada al interior del individuo revela la importancia que éste adjudica al esquema corporal: “cómo uno vive su cuerpo y, desde su cuerpo, el estar en un lugar entre los demás”, señala la psicóloga Walma Millán.
La cuestión parece comenzar cuando uno se mira al espejo, y se profundiza en la adolescencia: “es verdad que no quieren salir esa noche porque un granito les salió en la punta de la nariz...” Como ya señaló Fossati, la autoestima es la que se ve más afectada en esta etapa, aunque muchas veces la baja autoestima no es lo único que está detrás de una operación estética.
En cuanto a la motivación de la cirugía, la psicóloga distingue dos posibles casos: cuando uno resuelve una intervención porque quiere cambiar, porque se va a sentir mejor... “Y cuando tiene que cambiar porque a una mujer le dicen de qué tamaño debe tener de senos, por ejemplo”.
Millán, al igual que Meré, apunta el hecho de que esta sociedad es absolutamente consumista, y que, cuando no podemos alcanzar ese consumo, nos frustramos y nos sentimos mal. “Pero, lo importante es que uno mismo, frente a su propio ‘cuerpo yoico’ diga que algo le está faltando...” Lo importante, resume Millán, “no es ver lo que tiene el otro, sino hacerse feliz uno mismo”.
Como profesional, lo que aconseja la psicóloga es el acompañamiento terapéutico durante y después del proceso de cambio. No para evitar que se lleva a cabo la cirugía, sino “para ayudar en el proceso de aceptación de ese nuevo cuerpo”. Pero este pensamiento es válido siempre y cuando no se trate de un caso de “dismorfofobia”, que es la percepción desfigurada de la propia imagen. En ese caso, el paciente, por más que se someta a una operación estética, y a otra, nunca estará conforme consigo mismo.
El debate
Retomando a Juan José Meré, es preciso entender que, para analizar la cuestión de la cirugía estética en el contexto actual, es necesario desprenderse de los prejuicios. No alejarse de la subjetividad sino “concientizarla”, para que el análisis sea de verdad crítico.
Pero, volviendo a Le Breton, vale la pena pensar y repensar sobre la posibilidad de modificar y moldear la apariencia del cuerpo según la moda. El autor afirma que esto vale también para la persona: “modificar la apariencia quiere decir modificar la propia persona”.
¿”Modificar la apariencia quiere decir modificar la propia persona”?
Los orígenes
La cirugía plástica se divide en dos grandes ramas, la reconstructiva o reparadora (disimula y reconstruye los efectos de un accidente o trauma) y la estética (busca cambiar aquellas partes del cuerpo que no son satisfactorias para el paciente). Lo que varía, entonces, es la motivación de quien se opera. El doctor en Cirugía Plástica y presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica Reparadora y Estética del Uruguay (SCPU), Gonzalo Fossati, ilustra el segundo caso diciendo que, en definitiva, lo que quiere curarse es el “alma” del paciente. Cuando ésta se encuentra dolida porque la persona no está feliz con alguna parte de su cuerpo, lo que hace la cirugía estética es sanarla.
La cirugía plástica reconstructiva no era reconocida como campo en sí mismo hasta en seguida de la Primer Guerra Mundial, cuando la urgencia por reconstruir los cuerpos mutilados de los soldados impulsó importantes estudios sobre esta área. Sin embargo, no es hasta la segunda posguerra que la cirugía estética cobra gran importancia, creciendo a un ritmo vertiginoso.
Fossati afirma que, 30 años atrás, la cirugía estética era una “cirugía de élite”, ya que sólo se operaban las actrices, las modelos… Hoy en día la misma se ha democratizado, ya que casi cualquiera que se esfuerce por conseguir el dinero puede hacerlo.
Esta “popularización” de la cirugía estética se condice, además de con una reducción de los costos, con una transformación gradual de la sociedad. La famosa “cultura de masas” comienza a cobrarse sus primeras víctimas (¿?): los jóvenes.
¿Una cuestión de edad?
El número de jóvenes (mujeres y hombres) que se someten a una cirugía estética ha crecido significativamente, no sólo en el Uruguay sino en todo el mundo. Fossati cuestiona el hecho de que los menores se intervengan quirúrgicamente, aún con el consentimiento de los padres. “Es una cuestión de ética profesional”, más que legal. “En Argentina, estuvo de moda regalar las prótesis mamarias para los quince de las chicas, algo que terminó prohibiéndose”. Aun así, en casos muy particulares se accede realizarse una rinoplastia a las quinceañeras que se rehúsan a filmar “los exteriores” y sacarse las fotos con una nariz que las atormenta. Sin embargo, en estos casos se les advierte que la nariz seguirá desarrollándose, y que será muy probable que, en el largo plazo, esa cirugía no sirva de nada.
Los riesgos de una operación son riesgos de una operación, sea reconstructiva, estética, o de cualquier tipo. Aunque no son la mayoría de los casos, incluso la cirugía estética implica correr riesgo de vida. Fossati, por su parte, es partidario del uso de anestesia local -en vez de general- para este tipo de operaciones, para disminuir los riesgos.
En cuanto a otras consecuencias físicas de la cirugía estética, ésta no afecta los procedimientos para los estudios radiológicos. “En la placa, por ejemplo, se ven los implantes, pero no afecta en absoluto el procedimiento ni el resultado”, afirma el doctor en Radiología Sergio González. En el caso de las prótesis mamarias, tampoco afectan la lactancia.
La cirugía estética también ha dejado de ser una cuestión de género: si bien la amplia mayoría de los pacientes son mujeres, cada vez más hombres optan por esta práctica. “Vienen a la clínica en la noche, para que nadie los vea. Cuanto más oscuro, mejor”, revela Fossati, quien dice que lo que más suelen hacerse los hombres es la liposucción.
Pero, ¿por qué cada vez más jóvenes acceden a “pasar por el cuchillo”? ¿Qué gran razón hay detrás de toda elección, si es que la hay?
La razón sociológica
La sociedad moderna aparece como la gran responsable de esta tendencia actual. El sociólogo Juan José Meré cita al sociólogo francés David Le Breton sobre lo que significa el dualismo de la modernidad: el mismo “terminó por oponer el alma al cuerpo”; el cuerpo aparece como “‘separado’ de la persona, como un objeto posible de ser modelado, modificado, según la moda…” Y es que el cuerpo, afirma Meré, “además de ser un significante es un productor de significantes”. Como consecuencia, el cuerpo se usa para vender: existe un “uso social” del cuerpo, especialmente en América Latina, donde el cuerpo se “mercantiliza”: “uno invierte en su cuerpo, un bien tangible, que trae beneficios intangibles, es decir, todo lo simbólico”, señala el sociólogo.
Dentro de esta perspectiva, Meré encuentra interesante considerar la cirugía estética como “una más de las técnicas de cuidado del cuerpo”. Aunque no es la única, sí es la manera más radical, ya que “se lleva a un extremo el modelaje del cuerpo”.
Pero este modelaje no es algo que se haga al azar. Las personas siguen modelos, buscan acercarse a “imágenes referenciales”. El sociólogo francés Le Bourdieu habla de “ciertos modelos de cuerpo, legitimados, que estructuran la evaluación de la imagen corporal, según la posición de la persona en la sociedad (en la estructura social)”. Se imponen ciertos modelos de mujer y de hombre, a lo largo del proceso de socialización.
Al adoptarlos, la cirugía estética (y demás técnicas) se convierte en una forma de segmentación social, de diferenciación social. Y se encarga de profundizarla. Porque, se pregunta Meré, al reforzarse los prototipos, los modelos… ¿Qué pasa con aquellos que no pueden acceder? Aunque se buscan otros caminos, el cuerpo está siempre presente.
El sociólogo ve a la cirugía estética como algo conquistado contra la propia naturaleza del cuerpo, como una lucha: “Es interesante verlo no como un prototipo, estático, sino como algo dinámico”. Pero existen varias miradas al respecto, asegura, y reconoce que una mirada analítica permite ir más allá del juicio de valor.
Meré alega que, si se lee a través de una dinámica capitalista, la cirugía también tiene que ver con una “banalización” de los cuidados del cuerpo. “Hay una oferta construida, alrededor de la que se generan distintos campos de intereses”, advierte.
En consonancia con lo que afirmaba Fossati, el sociólogo destaca cómo se pliegan otros grupos sociales a este fenómeno: “Es importante ver cómo, entre las diferentes clases sociales, las razones profundas (para realizarse una cirugía) se comparten, si bien se tienen trayectorias diferentes, posturas distintas frente al trabajo, a la recreación…”
Lucía, 20 años, se colocó implantes mamarios a los 17 años, cuando aún estaba en el liceo. ¿La razón? La misma que la de Martín, 25 años. Ninguno de los dos estaba conforme con una parte de su cuerpo (a Martín no le gustaba su nariz), tenían la plata para operarse, y se operaron. Y se volverían a operar.
La mirada psicológica
Una mirada al interior del individuo revela la importancia que éste adjudica al esquema corporal: “cómo uno vive su cuerpo y, desde su cuerpo, el estar en un lugar entre los demás”, señala la psicóloga Walma Millán.
La cuestión parece comenzar cuando uno se mira al espejo, y se profundiza en la adolescencia: “es verdad que no quieren salir esa noche porque un granito les salió en la punta de la nariz...” Como ya señaló Fossati, la autoestima es la que se ve más afectada en esta etapa, aunque muchas veces la baja autoestima no es lo único que está detrás de una operación estética.
En cuanto a la motivación de la cirugía, la psicóloga distingue dos posibles casos: cuando uno resuelve una intervención porque quiere cambiar, porque se va a sentir mejor... “Y cuando tiene que cambiar porque a una mujer le dicen de qué tamaño debe tener de senos, por ejemplo”.
Millán, al igual que Meré, apunta el hecho de que esta sociedad es absolutamente consumista, y que, cuando no podemos alcanzar ese consumo, nos frustramos y nos sentimos mal. “Pero, lo importante es que uno mismo, frente a su propio ‘cuerpo yoico’ diga que algo le está faltando...” Lo importante, resume Millán, “no es ver lo que tiene el otro, sino hacerse feliz uno mismo”.
Como profesional, lo que aconseja la psicóloga es el acompañamiento terapéutico durante y después del proceso de cambio. No para evitar que se lleva a cabo la cirugía, sino “para ayudar en el proceso de aceptación de ese nuevo cuerpo”. Pero este pensamiento es válido siempre y cuando no se trate de un caso de “dismorfofobia”, que es la percepción desfigurada de la propia imagen. En ese caso, el paciente, por más que se someta a una operación estética, y a otra, nunca estará conforme consigo mismo.
El debate
Retomando a Juan José Meré, es preciso entender que, para analizar la cuestión de la cirugía estética en el contexto actual, es necesario desprenderse de los prejuicios. No alejarse de la subjetividad sino “concientizarla”, para que el análisis sea de verdad crítico.
Pero, volviendo a Le Breton, vale la pena pensar y repensar sobre la posibilidad de modificar y moldear la apariencia del cuerpo según la moda. El autor afirma que esto vale también para la persona: “modificar la apariencia quiere decir modificar la propia persona”.
¿”Modificar la apariencia quiere decir modificar la propia persona”?