Vecinos del Estadio Centenario, vecinos de los disturbios
Desde hace años, estas personas conviven con el ánimo del fútbol: los festejos, las previas, las banderas, los cánticos…Y los incidentes que esto implica.
“Si gana Nacional (y es lo que yo quiero), va a haber mucho muerto”, afirma un vecino de los alrededores del Centenario, en Montevideo. Es mediodía del día del veredicto: quien gane el clásico de esta tarde será el campeón del Campeonato Uruguayo. Será el cuarto partido consecutivo en que se enfrenten los dos grandes del fútbol del país, Nacional y Peñarol, Peñarol y Nacional. Pero, más allá de esta primera visión fatalista, ¿cómo viven los vecinos este día?
Otro de ellos afirma, entre risas, que a él no le asusta qué pueda pasar, ya que será “uno de ellos”. “Sólo si gana el Bolso”, agrega. La preocupación de una vecina contigua es de una índole totalmente diferente: “a mí lo que me pone nerviosa son los vidrios, ¿viste que los rompen?”. Y no es la única que teme por las vidrieras de los comercios y las ventanas de casas particulares. En la periferia del Obelisco, las casetas de revistas y otros locales chicos ya están cerrados, algunos con rejas.
En la feria temporal “Uruguay se muestra”, que bordea el Parque de los Aliados, los vendedores coinciden en esperar hasta las cuatro de la tarde –hora en que se pitará el comienzo del partido- para levantar los puestos e irse. “Hoy nos teníamos que ir de todas formas, pero acordamos irnos antes de que termine el clásico para evitar los líos”, comenta un vendedor de churros. Una vendedora tres puestos más lejos recuerda que en la última fecha en que jugaron “se peleaban atrás de las carpas, y tomaban alcohol acá cerca”.
Una señora mayor, que atiende el quiosco “Martimar” frente al Hospital Pereira Rossell, cuenta que “cuando (los hinchas) van hacia el estadio no pasa nada porque pasan por enfrente, pero a la vuelta…es otra cosa”. Con respecto a esto otro vecino afirma que “vuelven todos borrachos” y que “rompen todo lo que se les cruza”. Y agrega, con un dejo de pesimismo, que “siempre fue así, y siempre será así”.
Un hombre mayor, que pasea a su perro a dos cuadras del estadio, explica: “Lo saco ahora porque después de las tres y hasta mañana, no salgo de mi casa. Es un peligro”. Subraya que “no importa quién gane, los hinchas son todos iguales”. Otro vecino de la zona no está de acuerdo con este tono peyorativo, y defiende el tan denunciado rol del hincha. “Está bien que festejen, antes y después del partido. Yo también fui gurí y es lo que el hincha joven hace, no hay otra”. Sin embargo, reconoce que “obviamente no está bueno que hagan destrozos”, al mismo tiempo que dice que es algo que no tiene freno, porque “no le podés pedir a un barra brava que no vaya al partido del cuadro que adora”.
Por fin un vecino recuerda el papel que la policía jugará en este partido. Será el mayor operativo de los últimos años, según maneja la prensa en general. “Yo tengo plena confianza en la policía, para que frene cualquier incidente que pueda haber”, alega este vecino para explicar su tranquilidad. A hora y media del partido, si se mira hacia la Avenida 18 de Julio, se ven grupos de cuatro y cinco policías apostados contra las puertas de los comercios. Ya es inevitable sentir en el aire el olor a fútbol, a clásico y a garrapiñada.
Por fin un vecino recuerda el papel que la policía jugará en este partido. Será el mayor operativo de los últimos años, según maneja la prensa en general. “Yo tengo plena confianza en la policía, para que frene cualquier incidente que pueda haber”, alega este vecino para explicar su tranquilidad. A hora y media del partido, si se mira hacia la Avenida 18 de Julio, se ven grupos de cuatro y cinco policías apostados contra las puertas de los comercios. Ya es inevitable sentir en el aire el olor a fútbol, a clásico y a garrapiñada.